La atención puede estar condicionada por una serie de factores tanto internos como externos, comúnmente se les llama distractores porque impiden centrar nuestra atención voluntaria en aquello que deseamos focalizarla.
Los distractores de tipo interno dependen del individuo: la falta de satisfacer nuestras necesidades básicas como el hambre o el sueño.
Los problemas familiares o conflictos personales son otro factor que provoca una ansiedad excesiva y evitan la concentración. En este tipo se incluyen los sentimentales y las preocupaciones (económicas, laborales, escolares, etc.) La fatiga fisíca o psíquica baja nuestro interés o motivación para realizar o para llevar a cabo nuestro objetivo deseado.
Nuestros intereses pueden ser otro factor que que evitan concentrarnos como es el estar pensando en nuestros amores o en alguna futura fiesta que nos dará una mayor satisfacción.
Nuestros hábitos también son una de las causas principales que provocan la concentración y por repetición no atendemos el objetivo a resolver en diferentes tipos de problemas.
La falta de preparación también es otro factor que nos aleja de la atención y nos dificulta mantener una tarea ya iniciada.
Los factores externos pueden estar condicionados por la luz, la temperatura, el ruido y los colores. Una llamada telefónica, música a alto volumen, la televisión, o una plática fuera de contexto son considerados distractores acústicos; mientras que los visuales, pueden ser fotos, dibujos o pósters que pueden reclamar nuestra atención. Los factores ambientales inadecuados pueden ser la luz, la temperatura, etc.
Habilidades básicas del pensamiento, Valente Maldonado Mora, editorial chicome
